Nunca había visto tu rostro en las hojas en blanco hasta que me dispuse a quererte, con razón y sin ella.
En éste momento justo, te veo, te busco, te encuentro.
Te veo pasar orgullosa por sobre las palabras comunes que gritan mis manos.
Te dicen.
Te veo sonriendo a mi lápiz.
Salpicando tinta en forma de letras te responde, te sigue buscando y sigues allí.
Posas en el aire tus pies sobre el suelo, vuelas.
Caminas hacia mi orgullosa de ti, de mis ojos curiosos.
Llegas.
La ternura de tu mirada me llama, me inspira.
Me encuentra...
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