Me espabiló el aullido del lobo sostenido a dúo con tu voz, encima del cielo sin luna del poema muerto.
EL Aullido extenso en la noche onda círculos de vida y muerte. La niebla se hizo gemido enseñando la meditación amorosa tras el movimiento decadente del cuerpo suspendido. Su presa.
El lobo siente, y por encima de la sangre, camina. A su paso, se deshace el mundo y lo que vive en el aire regresa a la tranquilidad de su principio.
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